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Lionel Hollins, ex-entrenador de Memphis | Foto: KnoxNews

Al inicio de la temporada, todo era oro por Tennesse. Memphis venia de hacer unos PlayOffs increíbles, los mejores de su historia, de hecho, y el optimismo dominaba en los periódicos de Memphis. La destitución de Hollins en el puesto de HC cogió a contrapié a la hinchada, que no le dio demasiada relevancia. David Joerger cogió las riendas de la plantilla, y todo siguió su curso. Empezó la temporada, y Memphis no acababa de encontrar su juego. Por lo visto, Joerger se había empeñado en implantar un sistema más ofensivo y rápido, de cara a mejorar la aportación ofensiva de los Grizzlies, pero no acababa de cuajar. Días después se conoce que la plantilla pide al entrenador volver al antiguo método, el de la defensa de toda la vida. Lógico, viendo el roster de los Memphis, que es una plantilla basada en la experiencia, con jugadores de alto calado defensivo, y que ya no está para correr la pista. Los pocos tiros a canasta, la pobreza ofensiva y, encima, la falta de un carácter que definió el lema “We don’t Bluff”, del año pasado. El equipo perdió la identidad al intentar cambiar un sistema que ya estaba bien, haciéndolos más vulnerables en los dos lados de la pista. La lesión de Gasol no hizo más que empeorar la racha de Memphis, y que poco a poco, se fuese perdiendo la positividad y la esperanza de rememorar en el FedEx Forum un año que ahora parece un oasis.

Pero Memphis ya tocó fondo, y era hora de levantarse. Las incorporaciones de James Johnson, el traspaso de Courtney Lee por Bayless y, recientemente, la vuelta de Gasol, han dado a la gente razones de sobra para volver a llenar las gradas. Además, el buen rendimiento de Koufos y Calathes y la ayuda de tiros de perímetro de Lee han hecho que el equipo vuelva a tomar el carácter que le hizo ser temido el año anterior. Todo esto sumado a un Conley en modo All Star y un Randolph reconvertido después de una mala primera parte de temporada han hecho de Memphis un equipo de verdad. Además Memphis se caracterizó por hacer del FedEx un fortín, impenetrable, pero esta temporada llevaba uno de los peores récords de la liga en casa, estando en negativo. Todo esto se está revirtiendo desde la llegada de Gasol. Otro factor importante para Memphis ha sido el banquillo. La llegada de Johnson dio un vuelco inesperado en el banquillo. Su nerviosismo y carácter son una antítesis al rumbo de los Grizzlies, y su carácter ha contagiado a la plantilla.

Se ha hablado mucho sobre la posibilidad de que Johnson subiera puestos en la rotación, llegando a ser él el titular en lugar de Prince. En mi opinión, sería un error. Prince es la regularidad, la intangibilidad personificada. Claro que todos nos fijamos en la espectacularidad de Johnson, pero es irregular. Mezclando partidos de 15 o más puntos con partidos de 4 puntos no es bueno. La presencia ofensiva de Prince ha disminuido con el paso de los años. Ha sido un jugador muy importante en los Pistons, en el que estar rodeado de tantas estrellas le perjudicó, ya que fue especializado en el aspecto defensivo. Y lo hace de perlas, cubre a su jugador a las mil maravillas, pero no es extraño hacer mención negativa de sus 6 puntos de media, o de sus pocos tiros. Pero Prince no es un jugador de Box Score, él se dedica a otra cosa y él lo sabe, y sus compañeros lo saben. A veces se anima, y se hace partidos de más de 10 puntos y todo Memphis recobra la esperanza en él. Pero lamentablemente no siempre es así, por eso Johnson hace muy bien su papel. Aporta el atrevimiento ofensivo que le falta a Prince. No desvaría mucho, y es correcto en tareas de equipo.

Parece ser que Memphis ha descubierto de nuevo su estilo, no tan defensivo como el anterior, pero se ha descubierto el modo de secar al equipo rival destacando él también en ataque. Memphis ha recobrado el conocimiento, y se ha dado cuenta de que ahora tiene una plantilla mucho más completa que al principio, gracias a jugadores como Conley, Lee, Koufos, Calathes o Johnson, que han evolucionado, y que aportan un estilo más definido a su juego, haciendo que Joerger tenga cada día más claro lo que hacer con su plantilla, ganando así los partidos y haciendo que la grada vuelva con su pañuelo amarillo estampado con letras azules que gritan “WE DON’T BLUFF!”, siempre bajo la atenta mirada del oso Grizzly.

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