Cuando al fin se puede ver luz al final del túnel

Han pasado años desde que Detroit pasó de ser un equipo de garantías a ser un conjunto flojo, de reconstrucción interminable, y de incorporaciones dudosas. Al principio, todo se preveía como el proceso de todo equipo. Formar un conjunto estable, exprimirlo al máximo, y cuando el proyecto ya no dé más de sí, renovar al equipo, caras nuevas, que hagan renovar la ilusión de plantilla y aficionados. Pero eso no ocurre en Detroit. Después del anillo de 2004, los Pistons todavía daban guerra, llegando a unas increíbles Finales contra los Spurs al séptimo partido. Pero es ley de vida, todo proyecto muere, aunque dejando paso a la sequía. La reconstrucción, ese odioso tiempo en el que tu equipo "necesita" de derrotas para lograr buenos jugadores jóvenes, y que hacen los partidos aburridos, predecibles y con una falta grave de intensidad. En Detroit fue más allá. Ya con la marcha de Billups, Ben Wallace, y las posteriores de Rasheed Wallace y Richard Hamilton, quedó tan solo Tayshaun Prince como capitán del timón. 

Pero empecemos por el principio del desastre, que para mí, fueron la venta de Billups y las contrataciones elevadísimas de Charlie Villanueva y Ben Gordon. Puede que la de este último sea la más excusable, ya que en Chicago hizo un buen papel junto a Hinrich. Estos dos jugadores, llamados a ser piezas importantes, no dieron el pego, pasando a ser jugadores de rotación. Con falta de dirección y de pilares en defensa y ataque, Detroit fue a dique seco durante un tiempo. Hasta 2010, cuando se vio por fin un ápice de esperanza en el equipo. Detroit seleccionaba a Greg Monroe ese año, un pívot de la universidad de Georgetown con muy buena pinta. Ya desde la primera temporada ayudó con buenos promedios desde la pista. El año siguiente se reforzaba el puesto de base, con Brandon Knight, de Kentucky, y en 2012, a Andre Drummond, uno de los futuros pilares del equipo y una referencia interior en la liga. Además, también se eligió en segunda ronda en 2011 y 2012 a Singler y Middleton que cogerían relevancia en el equipo, y a English. En esta pasada temporada, aun quedando en negativo, ya se podía ver que, aunque inacabada, la plantilla seguía un rumbo fijo. Además, después de desprenderse de Prince y Daye por Calderón, se dejó atrás de una vez por todas el proyecto de 2004, con el traspaso de Prince.

Pero es ahora, en 2013, cuando ya se ve el producto final de años y años de reconstrucción. Con la elección de KCP, Mitchell y Siva, la contratación de Jennings, Billups, Josh Smith, Datome y la reciente de Harrellson, dejando ir a Middleton, Kravstov y Knight, los tres prometían, y English, se da por finalizado el proceso de reconstrucción, y la franquicia ya está lista para devolver a la Motown al lugar donde le corresponde. Un Jennings reformado en la filosofía del pass first, KCP, en aprendizaje pero con talento, Smith, con la adaptación al puesto de alero o la rescisión de la titularidad de Moose o Drummond podría llegar a ser ala-pívot, pero es poco probable. En el interior se centra el poder de Detroit. La dupla Greg Monroe-Andre Drummond es la que tiene que dar el éxito. Jennings habló de llevar el lob city hacía Detroit, cosa que ya vimos el año pasado con la magnífica conexión de Bynum con Drummond. Además, la plantilla, joven, bajo la tutela de dos leyendas Piston como Billups en la pista y Sheed Wallace en el banquillo, hay vía libre para progresar. No hay que olvidar el banquillo, y con gente como Stuckey, en el cual ha confiado Cheeks para llevar los galones de líder, ha de dar el paso adelante definitivo para no verse fuera de la "Motown". Gente como Singler, Datome, Jerebko, Siva, Bynum o Mitchell, han de dar profundidad y versatilidad al equipo, además de una amplia gama de recursos ofensivos y defensivos.

En resumen, Detroit tiene las herramientas para asaltar la banca, en estos tiempos en los que el cambio de líder está presente, y con una plantilla que mezcla perímetro y zona, juventud y sabiduría, tienen el deber de devolver la ilusión a una castigada Detroit, y ver, de una vez por todas, el Palace de nuevo lleno.

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