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"En segunda plana" contará historias no tan comunes de la NBA, una mirada diferente a la mejor liga del mundo.


Un cromo de Rogers que data del año 97-98.

Tal vez, si nos ponemos a debatir sobre la NBA, salgan decenas de nombres. Esos nombres que a todos nos vienen a la cabeza a la hora de soñar. Te hablo de Michael, Kobe, Larry, Magic, LeBron, Shaquille, Scottie, Wilt... Todos ellos son héroes. Héroes porque llevaron a una ciudad al éxito (o en ocasiones a más de una ciudad). Porque hicieron del baloncesto poesía. Pero en la NBA hay otro tipo de héroes. 

Tal vez, si nos ponemos a debatir sobre la NBA, no saldría el nombre de Carlos Rogers. No es un jugador de póster de pared. Pero dejame que te cuente porque Carlos Rogers es un héroe.
1994. Empezaba el verano y los Rockets levantaban el trofeo de campeón tras ganar a los Knicks en siete partidos. La liga estaba huérfana: Aunque más tarde volvería, MJ se había retirado. La noche del 29 de junio era la gran noche de la NBA. El pabellón de Indianapolis se vestía de etiqueta para recibir al comisario de la NBA, David Stern. La noche del draft. Un draft en el que los Bucks seleccionaron a Glenn Robinson en el #1. En ese draft también comenzaron su carrera jugadores como Grant Hill, Jason Kidd o Juwan Howard. Un poco más atras, "with the 11th pick in the 1994 draft, the Seattle SuperSonics select..." Carlos Rogers. Un center prometedor, aunque no llegó a disputar ni un sólo partido con los SSS, ya que fue traspasado a los Golden State Warriors. Los primeros años de Carlos fueron regulares, promediando cerca de 7 puntos por partido. Hasta que en enero de 1997 la vida le jugó una mala pasada. Rene, su hermana, estaba gravemente enferma. Le habían transplantado un riñón 5 años atrás y se le había infectado. 
La vida de Rogers y sus hermanos no había sido un camino de rosas. Naciendo en una Detroit dantesca, pasaron su infancia en un pequeño apartamento de tres habitaciones para 12 hermanos. A los 12 años su madre intentó inculcarlo en el baloncesto, deporte que ella frecuentaba. Carlos optó por saltarse las clases y desarrollar su juego en las calles. Con la edad de 14, ya contaba con su pequeño revolver y trapicheaba con drogas. Se cuenta que se llegó a medir a un tal Chris Webber en una de esas canchas poco higiénicas del downtown de Detroit.
Sin embargo, conforme fue creciendo, su futuro se esclareció. Obtuvo una beca de la Universidad de Arkansas y luego se mudo a la Universidad de Tenesse State. Coronado mejor jugador de la Ohio Valley Conference de la NCAA y miembro del segundo quinteto All-American promediando unos grandes números: 24,5 puntos y 11,7 rebotes
Ya en la NBA y después de ser traspasado nuevamente, esta vez a los Raptors, comenzó su aparente despegue. Su carrera obtuvo un gran empujón y su hermana no quería bajo ninguna circustancia que la arruinara donándole un riñón. En un partido contra los Minnestoa TWolves, Carlos lució una cinta con el nombre "R-E-N-E". Decidió donarle un riñón a escondidas, pero ya no sirvió para mucho. 
La mañana del 24 de enero de 1997, Rene Rogers falleció de una infección de riñón. El órgano que su hermano le había donado ya no servía de demasiado. Los periódicos se hicieron eco de la noticia y el equipo estaba de luto. En la tumba de la mujer sigue todavía aquella cinta de pelo.

A partir de ese momento la carrera de Carlos se desplomó, hasta que se retiró tras 8 años de carrera en el 2002. En el 2008, la popular presentadora Oprah Winphrey hizo una colecta televisiba para niños con problemas de riñón. Un tal Carlos Rogers puso de su bolsillo mil dólares a la causa y nunca más se supo de él.

Hasta aquí llega el relato. El relato de un héroe cuya camiseta nunca será colgada en las alturas de un gran pabellón, ni se retirará su dorsal. Pero la grandeza no se cuenta por anillos en las manos.

@nicopatella

Acerca de... Nico Patella

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