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La NBA siempre ha sido el Olimpo del baloncesto, la mayor constelación de estrellas existente, algo más que una liga profesional de baloncesto de la que los estadounidenses siempre se han mostrado orgullosos, y mucho. Tanto es así que, cerca de 70 años después de su fundación, los locales apenas han permitido el asentamiento en su liga de los europeos: sólo uno de ellos ha sido MVP, Dirk Nowitzki, ninguno ha logrado dicho galardón en un All-Star Game y muy pocos (tan sólo 7) lo han disputado. 13 de ellos tienen al menos un anillo de campeón en su haber, siguen siendo muy pocos. Desde que en 1985 un tal Georgi Glouchkov cruzara por primera vez el charco para dedicarse profesionalmente al baloncesto, han sido 127 los jugadores europeos que han jugado en la NBA. ¿Cuántos de ellos han triunfado? Probablemente, el número de fracasos supere al de éxitos, no obstante, hay algunos casos: Ya en los 90 Vlade Divac, que jugó 16 temporadas en la liga (más que ningún otro europeo), siendo All-Star, o Sarunas Marciulonis, miembro de los Warriors del Run TMC. También Toni Kukoc o el eterno enigma de qué hubiera pasado con Petrovic de no haber fallecido en 1993. Con la entrada del nuevo milenio las distancias se acortaron, y aumentaron notablemente la cantidad de europeos en la liga. Y gracias a eso hemos visto (y seguimos viendo) a los Gasol, Nowitzki, Parker, Kirilenko y compañía. Cada vez son más los jugadores que ven la NBA como un sueño posible y cruzan el charco a pesar de que el éxito apenas llega.

Aunque, pensándolo bien, eso no es del todo cierto. Probablemente los europeos (salvando al mencionado Nowitzki) no logren MVPs, ni ocupen las portadas de las revistas, ni puedan superar a prodigios físicos como LeBron James en un uno para uno. Pero Europa tiene su rincón, pequeño, que normalmente no supera el rango de anécdota en un fin de semana plagado de atracciones mayores. Pero el arte del triple, con el último ejemplo muy reciente, personificado en Marco Belinelli, es uno de los escasos aspectos en los que los europeos sí pueden mirar a la cara a los americanos, aunque estos, por supuesto, siguen siendo bastante superiores en el palmarés.
Si en algo ha enriquecido Europa la NBA ha sido en la nómina de triplistas. Procedentes del viejo continente, aunque educados en Estados Unidos, llegaron los alemanes Detlef Schrempf y Kiki Vandeweghe, los primeros participantes en el concurso en 1987. Schrempf llegaría a ser Mejor Sexto Hombre del año 1991 y 1992, jugando con Indiana. El eterno Drazen Petrovic también probó fortuna en 1992, cuando pasaba por su mejor momento, pero sin poder hacer nada ante un tal Craig Hodges.

No fue hasta 2000 cuando un europeo volvería al concurso. Y fue, quién si no, Dirk Nowitzki, el mejor europeo de la historia hasta el momento. Dirk, todo un desconocido de 2.13, espigado y flacucho que metía los triples igual en la segunda división alemana que en la NBA. 14 años después, con casi 36, Dirk ya ha disputado 11 All-Stars. Sin embargo ni en 2000, ni tampoco en 2001 lograría el alemán el cetro, que esperaría a 2006.
Entre medias, otro prodigio del triple, alto también, con una técnica impoluta que, como a Nowitzki, le abriría un hueco entre los mejores de la NBA. Evidentemente se trata de Peja Stojakovic, el yugoslavo de aquellos fantásticos Kings de principios del siglo. Peja lograría 2 concursos de triples consecutivos, en 2002 y 2003. 8 años más tarde, en 2011, se uniría a Nowitzki para conquistar juntos el único anillo de su carrera, con Dallas.

Estos resultados animaron a Radmanovic (2005) y Gallinari (2010) a probar suerte, sin éxito. Hasta hace 2 días cuando otro italiano, Marco Belinelli, logró traer de vuelta para Europa la corona. Belinelli se permitió el lujo de, presa del nerviosismo, llegar incluso a no tocar aro en dos de sus intentos. A veces los genios pueden permitirse eso. Preguntado por la prensa, contestó lo primero que se le vino a la cabeza: "I just shoot the ball". Y es que a veces el baloncesto es algo tan simple como eso, lanzar la pelota. Y para eso da igual ser estadounidense, tahitiano, o, como el amigo Belinelli, italiano.

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