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Ha llovido mucho desde aquella eliminación por 4-2 de los Cleveland Cavaliers en 2009 frente a la que siempre fue su bestia negra: los Boston Celtics. Mucho ha llovido también desde aquél “I’m taking my talents to South Beach”, ni más ni menos que tres años. Pero lo que pareció un acto de chulería en su día llegando a prometer hasta siete anillos, con la madurez que ha ido adquiriendo nuestro protagonista: LeBron James, ha terminado por convertirse en una promesa.

Después de finalizar contrato con los Cavaliers, multitud de habladurías se dispararon por todo el mundo. Desde su renovación con los mismos Cavs, pasando por contratos con salarios astronómicos para jugar en el equipo de su infancia, los Chicago Bulls o New York Knicks entre muchos otros. Pero contra todo pronóstico, bajó su sueldo para poderse juntar en Miami Heat junto a otros dos All-Stars, uno de ellos por aquél entonces Top 5 de la liga convirtiéndose así en claros favoritos en el asalto al título.
Una nueva época comenzaba para el forward de Akron que incluso tuvo que cambiar su dorsal ya que Pat Riley retiró el “23” de Jordan en honor a su contribución en la liga pese a no haber jugado nunca para Miami Heat. Así pues, eligió el “6” por ser el día de nacimiento de uno de sus retoños y porque también lo llevó otro de sus ídolos de la infancia: Julius Erving.
Con el 6 a la espalda comenzó lo que parecía ser un paseo para los Beach Boys, encadenando partidos en los que aplastaban al rival sin piedad, pero encadenando otros tantos que sembraban las dudas con una pasividad que más que confianza en sí mismos denotaba arrogancia. James terminó la temporada con unos promedios de casi 27 puntos, 7,5 rebotes y 7 asistencias siendo claro aspirante al MVP que finalmente se llevó Derrick Rose. Miami se clasificó con 58 victorias como 2º de Conferencia por detrás de los Bulls del por aquél entonces flamante MVP.
Llegaron los Playoffs y Miami en primera ronda, liderados por un sideral LeBron James pareció disipar todas las dudas. Pese a que Philadelphia no era un rival correoso el 4-1 con el añadido de que el único partido que ganaron los 76ers fue una heroicidad de Holiday mostraba un potencial capaz de derrotar a cualquiera. En semifinal de Conferencia esperaba el némesis de LeBron: Boston Celtics. Ya estaba bien de perder, él había ido a ganar y tenía ganas de venganza frente a los verdes. No iba a ser esta vez… Y así fue: 4-1, aprovechando las molestias de Rondo y Garnett y la baja de Shaq. Llegaban ahora los Chicago Bulls del MVP en su plenitud y con un baloncesto de garra, casta y coraje. Pero Miami Heat parecía tener un as bajo la manga y los eliminaron en tan sólo 5 partidos. “5 partidos para el mejor equipo de la liga, lo tenemos hecho” debieron pensar, craso error si es que lo pensaron. Con el añadido de que Miami derrotó a unos a priori más fuertes Dallas Mavericks en 2006. La serie empezó bastante bien tanto para LeBron como para Miami, llevándose el primer partido liderados por LeBron James que terminó con 24 puntos y 9 rebotes. Pero tras este partido LeBron pareció no ser el mismo; perdía balones, fallaba tiros, y lo más importante en los últimos cuartos desaparecía. La defensa zonal con extra de ayudas pareció ser la pócima para derrocar al favorito que no encontró manera de contrarrestarles. Terminó la serie 4-2 con el alero promediando unos tristes 18 puntos. Todos esperaban que apareciera por la puerta grande en el sexto partido, era ganar o a casa. Pero no apareció, y los oportunistas y críticos más duros se cebaron con él. Pero tenía que redimirse. No quería volver a oír a ningún crítico más, y en verano y durante el lock-out se puso a tono físicamente, entrenó su tiro de media-larga distancia e incluso entrenó el juego al poste con la leyenda Hakeem Olajuwon buscando un único objetivo: el trofeo Larry O’Brien.

Comenzó la temporada con un partido a domicilio en Dallas en el que Miami Heat liderados por LeBron arrolló a los Mavericks con 37 puntos, 10 rebotes y 7 asistencias. La temporada comenzó con un 16-5, el mejor inicio en la historia de la franquicia ratificando su condición de claros favoritos al título. Al final de la campaña, Miami Heat terminó segundo en la Conferencia Este y LeBron promedió 27 puntos, 8 rebotes y 6 asistencias que le valieron para ganar su tercer MVP de la Temporada.
En primera ronda, el dominio de LeBron y Miami fue apabullante y vencieron a New York Knicks en 5 partidos, pero en segunda ronda, frente a unos muy físicos Indiana Pacers, la cosa se puso oscura: Dwyane Wade se encaraba con Spoelstra y la eliminatoria se puso con un 1-2 en contra. Era el tiempo de demostrar quién era el jugador más valioso de la temporada y con el viento en contra, LeBron se puso el traje de superhéroe y lideró a su equipo para ganar tres partidos consecutivos donde una vez más se vería las caras con los de Massachusetts. El Heat se llevó los dos primeros, pero Boston consiguió encadenar tres victorias consecutivas, la última de ellas en el American Airlines Arena con un triple de Paul Pierce en los morros de James que selló la victoria. Pero no era el momento de caer y una vez más, LeBron firmó un partido de esos que dejan huella en el longevo libro de la historia de los Playoffs y en el TD Garden al borde de la eliminación dejó su firma con 45 puntos, 18 rebotes y 5 asistencias. El siguiente partido era en casa y Boston se vio tocado por la derrota y en el séptimo se volvieron a llevar el gato al agua aunque no plácidamente dado el orgullo siempre presente de los Celtics. Era este el momento, LeBron volvía a jugar su tercera Final de la NBA. Volvía a estar a 4 partidos de levantar el trofeo y sentía que era este su momento. Ya era hora de liderar al equipo como Dios mandaba. En las Finales tenían en frente al ‘casi’ MVP Kevin Durant, su escudero de lujo Russell Westbrook y al mejor hombre de banquillo de la temporada, James Harden. No iba a ser tarea fácil y en el primer juego Oklahoma puso el 1-0 con un colosal KD, que dio un clínic en todo el partido aunque puso la guinda en el último cuarto con 17 puntos y terminando el encuentro con 36, aunque LeBron no se borró y terminó el encuentro con 30 puntos. En el segundo partido, LeBron se volvió a erigir como líder de la cita con 32 puntos en el segundo encuentro para asaltar el Chesapeake Energy Arena y poner el factor cancha a favor. A Oklahoma le esperaban ahora tres duros partidos en Miami de los que estaban obligados a ganar al menos uno. En el tercero LeBron volvió a ser una vez más la piedra angular del equipo y con un doble doble de 29 puntos y 14 rebotes puso el 2-1 en la eliminatoria y los 25 puntos de Durant de poco sirvieron. En el cuarto partido, Russell Westbrook hizo una actuación que de haber ganado Oklahoma sólo Dios sabe la magnitud que podría haber tenido. El caso es que el ‘point-guard’, quién sabe si motivado por las críticas anotó nada menos que 43 puntos, aunque supieron a nada con el casi triple doble de LeBron (26 puntos, 9 rebotes, 12 asistencias) y una jugada que pasará a la historia, un triple en los últimos minutos que puso por delante a Miami tras salir con fuertes molestias provocadas por un pinchazo en la pierna y por ende la victoria de Miami Heat y el consiguiente 3-1. Estaban a un paso de ganar. Se habían reunido para esto y ahora estaban a un partido. No era el momento de fallar. Si fallaban, los Thunder pondrían el 3-2 y la serie volvería a la cancha más ruidosa de la NBA. Podrían volver las burlas y mofas hacia su persona. Pero no era este el momento. Así que una vez más salió con un extra de motivación y Miami fue capaz de endosar nada menos que 121 puntos a OKC, de nuevo teniendo como líder a LeBron James que realizó su primer triple doble de la temporada y terminó el encuentro con 26 puntos, 11 rebotes, 13 asistencias.
Lo había conseguido, tantas críticas, tanto odio hacia su persona pero ahora lo había logrado: Era no sólo el campeón sino también estaba allí el “señor de los anillos”, Bill Russell entregándole el trofeo al MVP de las Finales terminando con unos promedios de 28,6 puntos, 10,2 rebotes y 7,4 asistencias.

Tras el gran año de cosechas personales y colectivas de LeBron (MVP de temporada regular, campeón de la NBA, MVP de las Finales y Oro en las Olimpiadas), algo que sólo había conseguido Michael Jordan, podíamos pensar que LeBron había tocado techo y que no podía mejorar, y sin embargo lo hizo. Durante la temporada 2012/2013, el forward de Akron estableció su récord de carrera en porcentaje en tiros de campo (más del 56%) y en tiros de 3 (40%), al igual que en rebotes (8 por partido). Su dominio en ambos lados de la cancha fue casi insultante, sobre todo en el mes de Febrero con una superioridad de un jugador sobre una cancha de baloncesto de la que nunca nadie fue testigo. Fue nombrado MVP del mes en su conferencia desde noviembre hasta marzo y se convirtió en el jugador más joven en lograr los 20.000 puntos en su carrera así como 5.000 rebotes y 5.000 asistencias. Fue el líder del equipo con la segunda racha más larga de la historia (27), así que era de esperar que Miami Heat terminase la temporada con el mejor balance de victorias-derrotas de toda la liga, postulándose como claro aspirante al título con el factor cancha en todas las eliminatorias que acontecían. Con tanto dominio era un secreto a voces que de nuevo fuese nombrado MVP de la temporada (4ª vez en su carrera), siendo el 5º jugador en la historia en conseguirlo a la edad de tan sólo 28 años.
Ya en Playoffs, Miami se desquitó en primera ronda de unos muy flojos Milwaukee Bucks (que lograron entrar en Playoffs con récord negativo) en cuatro partidos. En segunda ronda esperaban los siempre duros Chicago Bulls, esos mismos que cortaron una racha que aspiraba a ser la más larga en la historia. El ambiente de venganza se palpaba en el ambiente y aunque Chicago consiguió dar un susto a Miami ganando el primero, los de South Beach dieron un puñetazo sobre la mesa llevándose los 4 siguientes en una serie muy dura y física que en acciones rozó la guarrería como lo demuestran acciones extra-baloncestísticas como el empujón de Mohammed a James o la peineta de cierta aficionada de Miami a un siempre provocativo Joakim Noah. Fuera como fuese, Miami volvía a Final de Conferencia, donde esperaban los Pacers liderados por la emergente estrella Paul George y la amenaza en el interior de David West y sobre todo Roy Hibbert que venía en línea ascendente durante todos los Playoffs y que alcanzó su momento álgido frente a Miami Heat. En el toma y daca, finalmente se lo llevó el Heat, donde LeBron firmó en el séptimo 32 puntos, poniendo la guinda a una eliminatoria en la que él había sido el único jugador consistente. Ni Wade ni Bosh parecían estar, sólo algún destello de Chris Andersen en defensa o en ataque se podía contar como algo positivo ya que era algo con lo que en principio nadie contaba. Aún así, Miami Heat volvía a una Final de la NBA por tercera vez consecutiva desde que se reunió el Big-Three. San Antonio Spurs estaban enfrente, con Tony Parker en estado de gracia, Manu Ginóbili jugando mejor en Playoffs que en temporada regular, Tim Duncan con ganas de dar guerra en el que quién sabe si podría haber sido su último año en la NBA, Kawhi Leonard siempre infravalorado pero cumpliendo como pocos. No iba a ser tan fácil esta vez. De hecho, el primer partido en el American Airlines Arena, San Antonio ganó con una acción en la que Tony Paker según LeBron, lo hizo todo bien y todo mal esbozando una sonrisa mientras lo decía. De todas formas, todo estaba hecho. San Antonio ganó con unos muy activos Parker y Duncan y unos triples de Danny Green con los que nadie contaba. Pero en el segundo partido, Miami ganó a San Antonio con un magnífico partido, provocando un aluvión de pérdidas de los tejanos que terminaron siendo puntos fáciles para Miami. Aún así, LeBron en los dos primeros partidos pareció no dar su mejor versión, esa versión en la que parece un adolescente que destaca sobre los demás jugando un partido en el recreo. En el tercer partido con San Antonio teniendo ganas de vengarse por lo ocurrido en el segundo y más a gusto en casa barrió por completo a Miami. El ‘factor Green’ terminó el choque con 27 puntos liderando a su equipo nada menos que en una Final de la NBA ante el vigente campeón del mejor jugador de la NBA. En ese partido, las críticas de los oportunistas de turno a Wade, Bosh y LeBron por no mostrar su mejor versión parecieron despertar a la bestia y “El Elegido” lideró a Miami con 33 puntos y poniendo el empate a 2 en la eliminatoria. Si las Finales eran al mejor de 7, ahora eran al mejor de 3. En el siguiente partido, San Antonio ganó a Miami, pero esta vez el resultado fue mucho más ajustado. Pero por suerte para los aficionados de Miami aquello aún no había terminado y quedaban aún dos partidos más en casa que ni el mejor adivino podría haber predicho lo que iba a suceder allí. En el sexto partido, Miami perdía por 13 puntos cuando empezaba el último cuarto, y ahí tal como se le cayó la cinta empezó a ser el LeBron James que todos conocemos llegando a estar a 5 puntos faltando menos de medio minuto. En ese momento, Spoelstra pidió tiempo muerto para organizar una jugada. LeBron James que venía de una buena racha erró el lanzamiento de 3, pero Mike Miller cogió el rebote y esta vez el MVP no perdonó. Miami a dos puntos, cometió falta de la que San Antonio sólo materializó un lanzamiento de dos. La diferencia ahora era de tres puntos a falta de 20 segundos y como no podía ser menos, el triple se lo jugó LeBron que erró el lanzamiento, pero el rebote fue de Chris Bosh en ataque de nuevo, LeBron la pedía sólo, pero el pase era arriesgado, así que miró por el rabillo del ojo a Allen que corría hacia atrás desesperado a la línea de tres puntos, se la pasa, dos jugadores de San Antonio corrían como posesos a estorbarle, pero era inevitable que lo materializase. Si alguien tenía dudas de quién es el mejor triplista de la historia ahora ya no debería de haberlas, Ray Allen anotó un triple a falta de 5 segundos que mandaría el partido a la prórroga tras el yerre de Parker intentando anotar a la desesperada un coast-to-coast. En la prórroga, Miami no jugó su mejor versión, pero valió para anotar más que San Antonio que tampoco pareció estar a su nivel real de juego. En la última jugada, Danny Green fue taponado por Chris Bosh y el partido terminó. La curiosidad la puso Ray Allen, que tras meter el triple y ver que el cordón de seguridad seguía puesto y estorbando a los jugadores dijo “¡Quitad el p*** cordón ya!”. Podría haber sido fatal el desenlace para Miami Heat, pero ahora era todo o nada, un partido los separaba de la gloria o del fracaso… Otro fracaso frente al equipo que en 2007 le privó de saborear las mieles del éxito. Pero LeBron quería su segundo título consecutivo y reafirmó su condición de MVP para coronarse de nuevo campeón de la NBA y MVP de las Finales con promedios de 25 puntos, 11 rebotes y 7 asistencias. Tim Duncan le dijo en 2007 a LeBron James “algún día esta liga será tuya”. Y el momento llegó el año anterior, pero se confirmó con su segundo anillo.


No sabemos dónde está el techo de LeBron, ni cuántos MVP’s de la temporada ganará, ni cuántos anillos, ni cuántos MVP’s de las Finales, no podemos predecir nada pero podemos decir que el punto de inflexión de LeBron, obviando las Finales de 2007 donde los Cavaliers llegaron ahí por un acto de fe del mismo James fue la dolorosa victoria frente a los Mavericks. Al igual que Jordan frente a los Bad Boys, tuvo que perder para convertirse en ganador.

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1 comentarios :

  1. Mejor no has podido describir los PO de Miami con LeBron. Muy bueno el articulo.

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